11 de julio de 2010

La otra II

Durante los últimos años he estado muchas veces a punto de contarte lo que siempre debiste haber sabido pero, por una causa u otra, nunca reuní el valor necesario para hacerlo.

Aún hoy, cuando apenas tengo fuerzas para escribir y ya me he rendido ante lo inevitable, me siento avergonzada por lo que te voy a contar y me cuesta un trabajo enorme hacerlo, pero he de hacerlo, Lola, tengo que decirte que tu padre, el que siempre te dije que falleció en un incendio cuando aún tú no habías nacido, vive todavía. Las 35 joyas que has encontrado corresponden a cada uno de tus años, me las enviaba cada año por tu cumpleaños y nunca me las puse, las guardé tal cual llegaron para, algún día, hablarte de ellas y contarte lo demás.

Pero he sido cobarde, muy cobarde, me siento muy arrepentida del daño que te voy a causar cuando sepas toda la verdad y lo vas a tener que superar tú sola, con esa fuerza que siempre te ha caracterizado y que no has heredado ni de mí ni de tu padre.

Como te he dicho antes, apenas puedo escribir, mis días están contados, así que ni siquiera voy a poder narrarte toda la historia pero quiero que leas todas las cartas que hay en la caja, están ordenadas cronológicamente y son todas las que me escribió tu padre y copia de las que yo le envié en respuesta a las suyas. De ellas sacaras la verdad.

Perdóname si puedes."

Lola, abatida, se tumba sobre la cama y cierra los ojos. Su cabeza no para de dar vueltas y hacer conjeturas, empieza a presentir toda una vida secreta de Angeles, su madre, y toda una vida llena de mentiras, la suya propia.

Aún sin leer ninguna de las cartas, su memoria no para de machacarla con las evasivas de su madre a hablar de su padre, fallecido supuestamente en un incendio antes de nacer ella, de las fotos de su padre que nunca existieron porque, según su madre, se quemaron también en aquel incendio, del hecho de que sus apellidos coincidan con los de su madre a pesar de que el primer apellido no es nada común, de las flores que, cada año, recibía su madre en determinadas fechas sin tarjeta alguna y que siempre negó saber quién se las enviaba y, en fin, de multitud de pequeños detalles que, ahora, todos juntos, le hacen temer que nunca supo nada de su verdadero origen.

Se incorpora, toma el paquete de cartas, deshace el lazo que las anuda, toma la primera y empieza a leer...



Continuará...

8 comentarios:

Scarlet2807 dijo...

Que lindo relato, ya me enganchaste, la verdad eres estupenda!!!!

Besos, Scarlet2807

Anónimo dijo...

María se me había "escapado" la primera parte, he tenido que ir hacia atrás...
Ya me tienes pendiente de tu historia. No veas el fútbol y sigue. Vale?
Un beso niña

Miranda dijo...

Maria:

Aunque no pude dejar comentario en la primer parte de la historia, debo decirte que me pareció muy interesante y así continúa.

Besitos.

Alejandro dijo...

Como todo lo tuyo, muy bien escrito, me estoy haciendo adicto a leerte.

Un saludo

* Inés * dijo...

María, cuando te leo, me recuerdas a aquellas deliciosas tardes, junto a la radio, escuchando Lucecita.
Haces muy vivos y realistas los diálogos, hasta el punto de visualizar a los personajes.
Eres una especialista en crear situaciones eh, además que luego las resuelves con soltura.
Tienes dotes de novelista y me gusta muchísimo leerte.
Gracias siempre.

D'MARIE dijo...

Que buena sos relatando,es increible no me canso de leerte..besis

Fibonacci dijo...

Ahora me iré a por ñla tercera parte, me gusta, algo usual hace mucho en algunas comunidades rurales.
Un besote casto

Fibonacci dijo...

Ahora me iré a por ñla tercera parte, me gusta, algo usual hace mucho en algunas comunidades rurales.
Un besote casto

Callad, por Dios, ¡Oh buñuelo!.

(La foto es de otro día, los de hoy los haré esta tarde que no me ha dado tiempo) Callad, por Dios, ¡oh buñuelo! Que no podré resisti...